Prólogo
de Julián Besteiro
(Catedrático español, 1870-1940)
El genio austero de Kant, para el cual el
aplauso de la multitud debe avergonzar tanto
al filósofo como envanece al charlatán,
sintió también alguna vez la nostalgia
de la popularidad. Ya, inmediatamente
después de la aparición de la Crítica de
la Razón Pura, tenía su autor el presentimiento
de que, esa obra fundamental de su vida, había de lograr solamente acceso a un número
muy limitado de espíritus, y, en una
carta dirigida a su admirador, el Profesor de Königsberg, Schultz, se queja del
tormento que le produce no ser entendido casi por nadie.
La realidad superó, sin embargo, las
previsiones del gran filósofo. El mismo Moisés Mendelssohn, tan admirado por Kant,
había dejado de leer la Crítica por imposibilidad de entenderla; el Profesor
Schultz decía, en 1784, que la oscuridad e incomprensibilidad de la obra es de
tal naturaleza que, en general, se la «mira como un libro sellado que nadie
puede abrir», y que «para la mayor parte del público sabio es tanto como si
estuviese escrita en jeroglíficos.»
Los críticos callaban ante el temor de
arriesgarse en un trabajo que suponía tantos esfuerzos por la prolijidad del
libro, por sus dimensiones y por la dificultad de los pensamientos en él
contenidos. Se le «honró, durante algún tiempo, con el silencio», dice con
amargura su mismo autor, y cuando, en 1782, apareció la primera crítica en el
Göttinguer Anzeigen von gelehrten Sachen, este juicio, que produjo gran impresión
en el mundo culto y pareció al mismo Hamann «fundamental, justo y decoroso»,
provocó en Kant la indignación que el lector puede apreciar en la primera de
las cartas insertas en el apéndice de este volumen. Todo esto explica el hecho
de que, desde poco después de la publicación de la Crítica de la Razón Pura, acariciase
Kant el proyecto de popularizar su contenido por medio de un trabajo más breve.
En efecto, ya en una carta que dirigió a
Marcos Herz, y que debe considerarse como posterior al 11 de Mayo de 1781,
hablaba de un plan que tenía en el pensamiento «según el cual también podía
adquirir popularidad la Metafísica.» De la existencia de este plan se conservan
varios testimonios, especialmente en la correspondencia de Hamann con Herder y
con el editor Hartknoch.
Si constituyen o no los Prolegómenos la
realización de este proyecto, es una cuestión muy debatida. La dificultad del
problema nace, principalmente, de la ambigüedad de las formas de expresión del
fundador del criticismo, cuyo espíritu vacilante y contradictorio se revela
hasta en los más pequeños detalles.
Por una parte, nos encontramos con que Kant
nos dice, al principio de este libro, que «no se ha escrito para principiantes,
sino para futuros maestros»; por otra, nos advierte que, el método empleado en
él, a diferencia del empleado en la Crítica de la Razón Pura, es el método analítico
que, según afirma el mismo autor en su Lógica, es el más adecuado «para el fin
de la popularidad.»
No entra en nuestras intenciones conducir al
lector al través del complicado laberinto de la discusión, sostenida principalmente
por Erdmann y por Arnoldt acerca del origen de la obra cuya traducción
ofrecemos al público español. El mismo Vorländer, que ha tomado también parte
en la controversia, la considera de poca monta para el avance de los estudios
filosóficos.
Lo único que podemos afirmar es que, la
índole misma del libro y el efecto que produjo en el público, más que la
opinión de Arnoldt, parece confirmar la de Erdmann, según el cual no es este
trabajo una obra de vulgarización, sino un mero resumen de la Crítica de la Razón
Pura, redactado sobre un proyecto primitivo, en
el cual introdujo su autor algunas
modificaciones con el intento de contestar a las censuras del Göttinger Anzeigen.
Si, como opina Arnoldt, hubiese utilizado
Kant, para redactar los Prolegómenos, el plan de vulgarización que trazó poco
después de aparecer la Crítica de la Razón
Pura, habría que convenir en que sus
esfuerzos no fueron coronados por el éxito.
«La queja fundada en la incomprensibilidad
del sistema de Kant ha cambiado poco por ahora», escribe Schultz en 1784 y aún
añade: «parece que no se huye menos de los Prolegómenos que de la Crítica.» Por
su parte, un tal Lissius, que leyó el libro y lo juzgó, dice que «Kant debería
haberle escrito en latín o en francés..., quizá (prosigue) hubiese tenido, de
este modo, la, fortuna de hacerle más inteligible y, para honra de los alemanes,
lo habría dado así a conocer a los extranjeros, que no lo leerán, tal como hoy
está escrito, porque no lo pueden
entender.»
Tal es, en efecto, la dificultad de la
interpretación del lenguaje kantiano,
que no hubiese yo tenido nunca el atrevimiento
de publicar esta traducción, si no hubiese creído poder contar con el auxilio de algunas circunstancias favorables.
Es la primera de estas circunstancias la de considerarme en posesión de un cierto hábito
de manejar los conceptos propios de la
filosofía crítica, merced al influjo
recibido durante varios años por parte de algunos maestros españoles,
verdaderamente familiarizados con el pensamiento de Kant.
Es otra de estas circunstancias la asistencia
que en mi trabajo me ha prestado, con un desinterés que sólo puede encontrarse
en los medios de superior cultura, mi inteligente y noble amigo, el doctor Otto
Buck, de la Universidad de Marburgo. Para
la estimación del valor que esta traducción de los Prolegómenos pueda tener, la
cooperación del Dr. Buck debe contarse
como un factor decisivo. Otto Buck, uno de los discípulos predilectos del Profesor Cohen, es hoy una de las personas que
conocen mejor en Alemania la literatura
kantiana. Altamente considerado, entre
los filósofos de su país, por sus trabajos
originales, se halla hoy encargado de la dirección de importantes publicaciones
científicas y literarias, y es uno de los colaboradores de la nueva edición de
las obras de Kant, que ha de reunir todas las ventajas de la edición de la
Academia, a más de la de anticiparse a su terminación.
La cooperación del Dr. Buck no se ha reducido
a una ligera revisión de mi manuscrito,
sino que ha consistido en un análisis
concienzudo de cada uno de los párrafos, atento siempre a conservar con la más
estricta fidelidad, el pensamiento del autor, aún en aquellos pasajes en que, yo
creía lícitas ciertas libertades en obsequio a la pureza de la forma castellana.
Si, con esto, al lector superficial, es
posible que le parezcan harto violentas algunas
formas de expresión empleadas en esta obra, es indudable que, en cambio, habrá
de conseguirse una ventaja esencial en provecho del que tome en sus manos este
libro con un fin de investigación y de estudio. Aparte de que, en una traducción
de esta índole, más que en otra alguna, debe el traductor ser un esclavo del
texto original, sin que le sea permitida la arrogancia de pretender embellecimientos
de un escrito que tiene ya, en la profundidad de la reflexión, la mayor de las
bellezas.
No pretendo, con esto, poner, las faltas que
en mi trabajo haya podido cometer, al
amparo de la autoridad ajena. Lejos de
eso, espero que, tanto mis maestros como los jóvenes filósofos neokantianos
españoles, habrán de poner algún cuidado en la corrección de los errores en que
yo haya podido incurrir y, si el favor del público hiciese necesaria una
segunda edición de este libro, conseguida desde un principio, como creo, la
exactitud en lo fundamental y, más tarde, la rectificación de las faltas
posibles de detalle, los mismos filósofos kantianos españoles podrían contar
con un texto capaz de suplir el estudio, siempre difícil, del original alemán
o, por lo menos, de servir como clave segura de interpretación de una obra que
tanta influencia ha ejercido en la creciente expansión del criticismo desde 1784, y que
está reputada como uno de los mejores medios de introducción en la filosofía crítica.
Pero el interés científico del estudio de las
obras de Kant, no es exclusivo de
aquellos pensadores que comulgan en los mismos principios de este gran maestro.
Si el laudable interés por las cuestiones filosóficas que manifiesta una parte
selecta de nuestra juventud es algo más que una inclinación pasajera, es de
presumir que, además de las tendencias hasta hoy iniciadas, se inicien y desarrollen
otras nuevas y que, al lado de los que ponen condicionalmente en entredicho los
textos de Metafísica, hasta tanto que recaiga un fallo definitivo acerca de la posibilidad
de esta ciencia arrogante, aparezcan otros que den el fallo por pronunciado y
que, tal vez más influidos por los hábitos que engendran las prácticas
científicas, no sientan esas exigencias de totalidad, en el proceso de lo
condicionado a sus condiciones, que sólo puede ver satisfechas la razón en el
conocimiento de las cosas en sí mismas, ni experimenten la necesidad de esa
policía dialéctica a cuya falta atribuye Kant el origen del escepticismo.
Es indudable que, a espíritus así orientados,
ni se les puede pedir ni aconsejar que consuman su existencia en el estudio de
un sistema filosófico que si, como todos los grandes sistemas, brilla más por
la crítica que por la construcción, no establece una clara línea divisoria
entre la parte negativa y la constructiva, y agota las fuerzas más vigorosas de
la inteligencia en el descubrimiento de eternas contradicciones.
Pero, para estos mismos espíritus nuevos, que
de la juventud esperan la ciencia y la filosofía en España, no pueden quedar
las doctrinas del gran filósofo alemán como encerradas en el misterio de una
enseñanza esotérica, en un recinto vedado a las miradas de los profanos, ni
puede carecer de interés la ascensión a las grandes cumbres del pensamiento por
los mismos senderos de la filosofía crítica, si bien, al terminar la ascensión, puedan descubrir horizontes muy
distintos de
los que creyó divisar el maestro. Tal vez
ellos sean los mejor dispuestos para esclarecer multitud de problemas, tales
como los relativos a los juicios sintético a priori, a los conceptos de límite
y limitación, etc., que, si han sido profundamente planteados por el gran
filósofo, no han alcanzado en su estudio, y quizá tampoco en estudio alguno
posterior, esa admirable precisión y seguridad que todo lector puede apreciar
en los pasajes que tratan de la exposición de las antinomias de la razón pura.
Muchos pasos se han dado, sin embargo, ya en
este camino de perfeccionamiento, y buena prueba de ello es el admirable
estudio que, para epílogo de esta obra, ha tenido la bondad de escribir el
Profesor Cassirer, de la Universidad de Berlín, uno de los más jóvenes y más ilustres
representantes del neokantismo en Alemania.
Si, atraído por los sugestivos pensamientos
que el profesor berlinés expone en su epílogo, quisiera alguien estudiar más
ampliamente las doctrinas de este filósofo, puede encontrar una amplia exposición de ellas
en la obra del mismo autor titulada: Das
Erkenntnisproblem in der Philosophie und Wissenschaft der neueren Zeit. En todo caso es de suponer que, los lectores
de este libro, habrán de tomar alguna parte en el profundo reconocimiento que
yo siento hacia el ilustre maestro que ha añadido con su estudio un nuevo
interés a esta obra y ha ofrecido con ello un testimonio manifiesto de la
favorable acogida que, los hombres de ciencia extranjeros, dispensan a nuestros esfuerzos
por la elevación de la cultura propia, aunque estos esfuerzos sean de índole
tan modesta como el mío. Toledo 6 Diciembre 1911.
Estos Prolegómenos no son para uso de
principiantes, sino para futuros
maestros y, aun a éstos, no les deben servir para la exposición de una ciencia
preexistente, sino, ante todo, para la
invención de la ciencia misma. Hay
sabios, para los cuales la historia de la filosofía (tanto la vieja como la nueva) es su filosofía
misma; para
ellos no se han escrito estos Prolegómenos.
Necesitan esperar hasta que hayan terminado
su tarea los que se esfuerzan por coger agua de la fuente misma de la razón y,
entonces, les llega su turno y dan al mundo noticia de lo sucedido. En cambio,
según su opinión, nada puede decirse que no haya sido ya dicho en otro tiempo,
y esto puede, en efecto, valer como una infalible predicción para todo lo porvenir; porque, como el
entendimiento humano, durante muchos siglos, ha fantaseado de muchos modos
sobre infinitos objetos, no es difícil que, para cada cosa nueva, se pueda
encontrar alguna otra vieja que tenga
con ella alguna semejanza.
Mi intención es convencer a todos los que
encuentran de algún valor ocuparse en el estudio de la metafísica, de que es
absolutamente necesario, antes de emprender su trabajo, que consideren como no
sucedido todo lo que ha pasado hasta aquí, y, ante todo, se formulen esta pregunta:
¿es posible algo semejante a la metafísica? Si es una ciencia, ¿por qué no
puede ser objeto, como las otras ciencias, de una aprobación permanente? Si no es
ciencia, ¿por qué hace incesantes alardes de tal y detiene al entendimiento
humano con esperanzas, si nunca extintas, jamás satisfechas? Sea su ser o su no
ser lo que se pueda demostrar, es preciso llegar a una conclusión segura acerca
de la naturaleza de esta ciencia arrogante; porque, con respecto a ella, es
imposible que permanezcamos más largo tiempo en la misma situación.
Parece casi digno de risa que, mientras todas
las ciencias progresan incesantemente, la que se tiene por la sabiduría misma,
cuyo oráculo todos los hombres consultan, dé vueltas siempre en la misma
dirección, si estudiar más ampliamente las doctrinas de este filósofo, puede
encontrar una amplia exposición de ellas en la obra del mismo autor titulada:
Das Erkenntnisproblem in der Philosophie und Wissenschaft der neueren Zeit. En
todo caso es de suponer que, los lectores de este libro, habrán de tomar alguna
parte en el profundo reconocimiento que yo siento hacia el ilustre maestro que
ha añadido con su estudio un nuevo interés a esta obra y ha ofrecido con ello
un testimonio manifiesto de la favorable acogida que, los hombres de ciencia extranjeros,
dispensan a nuestros esfuerzos por la elevación de la cultura propia, aunque
estos esfuerzos sean de índole tan modesta como el mío.
Dirección para bajar texto completo: file:///C:/Users/Ram%C3%B3n/Downloads/kant7.pdf
Dirección para accesar a un Mapa Conceptual sobre la obra "Crítica a la Razón Pura", de Kant: https://www.flickr.com/photos/rafaelrobles/6140797774/lightbox/
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