sábado, 26 de abril de 2014

Análisis sobre la “Crítica de la razón pura”





La Crítica de la razón pura (en alemán: Kritik der reinen Vernunft) es la obra principal del filósofo prusiano Immanuel Kant. Tuvo su primera edición en 1781. El propio Kant llegó a corregirla, publicando en 1787 una segunda edición.

Se trata de una indagación trascendental (acerca de las condiciones epistémicas del conocer humano) cuyo objetivo central es lograr una respuesta definitiva sobre si la metafísica puede ser considerada una ciencia. Entre otras cosas, Kant intenta superar la crítica al principio de causalidad (y por lo tanto al saber científico) que había hecho David Hume, que no tenía una respuesta satisfactoria hasta su época.

En esta obra, Kant intenta la conjunción de racionalismo y empirismo, haciendo una crítica de las dos corrientes filosóficas que se centraban en el objeto como fuente de conocimiento, y así, dando un «giro copernicano» al modo de concebir la filosofía, estudiando el sujeto como la fuente que construye el conocimiento del objeto, a través de la representación que el sujeto, mediante la sensibilidad inherente a su naturaleza toma del objeto.

Entre las resistencias que encontró la obra se puede citar que Pío VIII, antes de llegar a papa católico, como prefecto de la Congregación del Índice prohibió bajo amenaza de excomunión la lectura de la Crítica de la razón pura (decreto del 8 de julio de 1827).

La Crítica de la razón pura está dividida en dos grandes secciones: la «Doctrina trascendental de los elementos» y la «Doctrina trascendental del método». A su vez, la «Doctrina trascendental de los elementos» se divide en dos partes: la «Estética trascendental» y la «Lógica trascendental», y esta última parte está subdividida en «Analítica trascendental» y «Dialéctica trascendental». Todo esto, sin embargo, va precedido por una importante introducción.

Kant abre la obra discutiendo la posibilidad de la existencia de juicios sintéticos a priori, juicios que agregan nueva información (donde el predicado «no está contenido» en el sujeto) y que son de carácter universal y necesarios; es decir, anteriores a cualquier experiencia.

La existencia de juicios sintéticos a posteriori es innegable. Son los juicios fácticos, empíricos y por tanto contingentes. Lo que quiere hacer Kant es trascender la gnoseología de Hume de cuestiones de hechos y relaciones de ideas (juicios sintéticos a posteriori y juicios analíticos a priori) y superar la metafísica dogmática de los racionalistas.



Kant comienza la obra aceptando la existencia de juicios sintéticos a priori en la física y la matemática; entonces existen esos juicios. Lo que va a indagar es «cómo son posibles esos juicios» cuya existencia es, según él, «obvia». Para, a partir de esa investigación, ver si es posible la existencia de este tipo de juicios en la metafísica (lo cual tendrá una respuesta negativa).

Cabe decir que, si bien la parte donde «muestra» cómo son esos juicios sintéticos a priori en las matemáticas es correcta, la parte sobre la existencia de esos mismos juicios en la física es, a criterio de una gran cantidad de críticos (Korner, Romeo & Molina, Martin, etc.) bastante dudosa.



En esta primera parte, Kant argumenta que todo conocimiento requiere la concurrencia de dos facultades radicalmente heterogéneas de la mente: la sensibilidad y el entendimiento. Por la primera los objetos nos son dados, mientras que por la segunda éstos son pensados.

En la primera parte de la Crítica de la razón pura, la estética trascendental, Kant analiza la primera facultad que interviene en el proceso de conocimiento: la sensibilidad. Gracias a esta facultad podemos construir una representación de la realidad, es decir, percibir el mundo.

Para Kant, la sensibilidad es como una ventana que permite al sujeto ver el mundo, aunque al mismo tiempo nos condiciona a verlo de una manera determinada.

La lógica trascendental es la segunda parte en la cual está dividida la Crítica de la razón pura. En esta sección se parte afirmando que el conocimiento surge de dos fuentes, que tienen relación con la capacidad que se tiene de recibir representaciones, a lo que Kant llama receptividad, y la otra es la facultad que tiene un sujeto de conocer un objeto a través de tales representaciones. Kant indica que a través de la primera se nos da un objeto y a través de la segunda lo pensamos.

Hay que notar que Kant llama entendimiento a la capacidad que tiene el sujeto de producir espontáneamente estas representaciones (Vorstellungen) en su mente (Gemüthe), o la misma receptividad del entendimiento respecto a su capacidad de atenderlas (representaciones). Kant también en el inicio de la lógica trascendental hace una diferenciación clave entre su lógica (la trascendental) y la lógica general, apuntando que esta última obedece al esclarecimiento de la forma en que un sujeto tiene de pensar, es decir las reglas del pensamiento en general. En este sentido la lógica no arroja nada sobre el contenido del conocimiento sino más bien sobre las condiciones en las que conocemos, condiciones que llegan a ser completamente indiferentes al objeto en sí.

La analítica consiste en descomponer todo nuestro conocimiento a priori en elementos del conocimiento puro del entendimiento. Se sigue que el entendimiento puro se distingue incluso de la sensibilidad al ser éste el que provee las reglas básicas mediante las cuales un sujeto conoce un objeto determinado de la experiencia. Kant indica que la descomposición de los contenidos del conocimiento, es una capacidad misma del entendimiento que le sirve a sí misma para poder investigar la eventual existencia de conocimiento a priori.


La base del entendimiento está dada por los conceptos, esto es que todo conocimiento se funda en conceptualizaciones varias, de carácter discursivo y no intuitivo. Estos conceptos se fundan en la espontaneidad del pensamiento, y el juicio es el conocimiento más mediato que puede tenerse de un objeto. Kant es claro al indicar que es posible reducir todos los actos del entendimiento a juicios, por lo que el conocimiento mismo vendría siendo la capacidad de juzgar que tiene el sujeto.

Parte de la Crítica de la razón pura que estudia la Razón para comprender su funcionamiento y estructura. Recibe el nombre de «dialéctica» porque trata también los argumentos dialécticos generados por el uso puro de la razón en su afán por captar lo incondicionado, uso hiperfísico, dice Kant.

Kant considera que la razón siempre busca la condición o fundamento de las cosas. Precisamente la investigación científica aparece como consecuencia de este afán de la Razón por la comprensión de las causas, condiciones o fundamentos de los fenómenos. Pero si el funcionamiento espontáneo de la Razón no se limita por la crítica, tenderá a pensar también la condición última de tres importantes esferas: la condición o fundamento último de nuestra vida psíquica, la condición o fundamento último del mundo físico y la condición o fundamento último de la totalidad de los fenómenos, tanto físicos como psíquicos. Cuando la Razón actúa de este modo incontrolado acabará pensando en los objetos tradicionales de la metafísica: el alma, el mundo como totalidad y Dios. Kant creyó que este uso de la razón —al que denomina dialéctico— es inadecuado y da lugar a sofismas y contradicciones.



En la segunda parte de la Crítica de la razón pura se determinan las condiciones formales del sistema completo de la razón pura.

Traducciones
1.-Crítica de la razón pura. Trad. de Manuel García Morente. Madrid, Tecnos, 2002. ISBN 978-84-309-3810-0.
2.-Crítica de la razón pura. Trad. de Pedro Ribas. Madrid, Alfaguara–Santillana, 1997 (13ª ed.). ISBN 84-204-0407-1.
3.-Crítica de la razón pura. Trad. de Mario Caimi. Buenos Aires, Ediciones Colihue, 2007 (1ª ed.). ISBN 978-950-563-049-3.
4.-Crítica de la razón pura. Edición bilingüe. Traducción, estudio preliminar y notas de Mario Caimi. México: FCE, UAM, UNAM; 2009. ISBN 978-607-16-0119-3.


FUENTE DE ESTA INFORMACIÓN: http://es.wikipedia.org/wiki/Cr%C3%ADtica_de_la_raz%C3%B3n_pura



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