jueves, 7 de mayo de 2015

¡BIENVENIDOS!








Esta nueva cohorte del Doctorado en Ciencias de la Educación de la Universidad Fermín Toro, es una oportunidad importante que les permitirá comprender la complejidad del fenómeno educativo desde las diferentes ciencias que convergen en la educación a fin de detectar y solucionar problemas; planear, realizar y evaluar proyectos innovadores que coadyuven a transformar la realidad educativa de nuestro país.

Desde una perspectiva ciencista de la educación, el Doctorado tiene un amplio campo de trabajo en el ámbito de la investigación: en escuela, familia, gobierno, consultoría psicopedagógica, hospitales, centros culturales, servicios asistenciales, medios de comunicación; entre tantos otros fenómenos sociales.

El plan de estudios del Doctorado en Ciencias de la Educación, permite estar a la vanguardia en el ámbito educativo; con un enfoque metodológico orientado de la práctica a la teoría desde los primeros semestres y en el desarrollo de proyectos. La Universidad Fermín Toro, cuenta con la experiencia en educación suficientemente sustentada, en revistas arbitradas y textos, para tener un amplio prestigio en los estudios de cuarto nivel. Cursos, diplomados, congresos, entre otros; se ofrecen para preparar mejor a los futuros Doctores para los retos y necesidades de la sociedad. Se cuenta, igualmente, con grupos que favorecen un seguimiento óptimo del aprendizaje y una atención personal por parte de docentes y tutores. La universidad abre espacios para la investigación y la extensión, desde una docencia responsable, cooperativa y altamente identificada con el contexto actual y sus vinculaciones con la sociedad y las instituciones educativas que hacen vida en esa sociedad.

Según José Michel Salazar (en su ensay “Sobre el estatuto epistemológico de las ciencias de la educación”, aparecido en la Revista de Teoría y Didáctica de las Ciencias Sociales, Mérida-Venezuela. Enero-Diciembre. Nº 11, del 2006, Pp.139-157), si analizamos algunos autores, hay una Ciencia Básica que pudiésemos llamar Ciencia de la Educación, sino que existen Ciencias Aplicadas a la educación, que se constituyen con los aportes de otras disciplinas sociales y, siendo de esta manera las Ciencias de la Educación más bien una tecnología, ya que su fin es la producción de nuevos avances tecnológicos en materia educativa, de esta forma no habría una Ciencia autónoma e independiente que se pueda llamar Ciencia de la Educación, sino que ésta se basaría en tomar el corpus teórico de la Sociología, de la Psicología, de la Economía o de la Política, (categorías teóricas que no son propias del campo educativo) para aplicarlo a la educación. Es decir esto lo podríamos calificar como una especie de ciencia híbrida, ya que no tendría un “modus” propio.

Si tomamos a Durkheim, esgrime Michel Salazar, vemos que la Ciencia de la Educación aún no ha sido elaborada y, mientras no se elabore su propio corpus serán los conocimientos de otras disciplinas sociales, la base en que se sustente la Pedagogía; como es el saber científico, porque esa tecnología debe poseer un conocimiento científico de base para poder aplicarse. Si vemos el caso de Dewey, plantea la posibilidad de una Ciencia de la Educación, que debe ser un conocimiento pragmático, positivista y científico, para ello se deben tomar aportes de la Sociología, de la Psicología y de la Economía. Dewey no habla de una Ciencia de la Educación aparte de estas disciplinas, sino que la Ciencia de la Educación se va a constituir con el aporte de las mismas. La forma en que éste concibe la Ciencia de la Educación, se aproxima bastante a la concepción de Durkheim con respecto a la Pedagogía, como teoría-práctica. Esta idea se reafirma si se tiene en cuenta que, para Dewey, no hay una separación entre Ciencia y Filosofía de la educación.

Desde el punto de vista metodológico, en el Doctorado de Ciencias de la Educación, ustedes tendrán que delinear tres las grandes corrientes que permean el pensamiento en las Ciencias de la Educación y que justamente dan origen a los tres métodos de la ciencia los cuales precisamente toma la educación.

Está el Método positivista; el cual es en general, aquella actitud teórica que sostiene que el único auténtico conocimiento o saber es el saber científico. Para ello, el “espíritu positivo” es fiel a unos principios orientativos o reglas que se mantienen en todas las filosofías positivas de las diversas épocas: la regla ontológica del fenomenismo, según el cual la realidad se manifiesta en los fenómenos, obliga a rechazar cualquier concepción de una esencia oculta más allá de los fenómenos; la regla del nominalismo, según la cual el saber abstracto no es saber de cosas en sí o universales, sino de meras cosas individuales generalizadas; la regla que obliga a renunciar a juicios de valor y a enunciados normativos, en cuanto carentes de sentido cognoscitivo y, finalmente, la regla de la unidad del método de la ciencia, según la cual cabe pensar en un solo ámbito del saber, reducible a la observación y a la experiencia, en definitiva a una única ciencia, preferentemente la física, en acepción de Michel Salazar.

La principal aportación de Comte al positivismo es la idea de que la realidad humana es social y también ella debe poder ser conocida científicamente. A la ciencia que estudia esta realidad como síntesis de todos los conocimientos humanos llamó Comte “Sociología”. Ahora en el ámbito de la investigación en la educación muchas de éstas tienen un gran tinte positivo, en el sentido de que tratan, dentro de lo posible, de manejar al máximo las “variables objetivas” que se están, eventualmente, estudiando, lo cual se lograría a partir de instrumentos de recopilación de información lo más válidos y confiables posible, alejados de la subjetividad del investigador. Normalmente estas investigaciones entran en el campo cuantitativo, tales como estudios correlacionales, entre otros.

Está el Método Crítico, destaca Michel Salazar, que es una expresión introducida por Max Horkheimer hacia 1937 que aplica a lo que, tras las aportaciones sucesivas de Th. Adorno, H. Marcuse y J. Habermas, principalmente, será conocido como el núcleo filosófico de la escuela de Francfort, y que se expresa básicamente a través de críticas a autores y corrientes filosóficas. Recurre Horkheimer a la expresión de “teoría crítica” para diferenciar su postura filosófica de la que implica la “teoría tradicional”, basada ésta en un modelo de racionalidad meramente lógica que confía a la razón la principal tarea de concordar fines y medios, racionalidad que, a la larga, se ha mostrado destructora de sí misma y que merece el apelativo de “razón instrumental”. Frente a ella, la teoría crítica plantea la racionalidad como una crítica a todas las formas de ideología y dominio que aparecen en la sociedad actual, históricamente derivadas de un concepto de razón (como instrumento) que, persiguiendo el dominio de la naturaleza, ha terminado por dominar al mismo hombre.

A todas estas, explica Michel Salazar, en la teoría del conocimiento se aprecia un método, una forma distinta de ver y acceder al conocimiento del mundo y básicamente de la sociedad. En el campo de la educación se encuentra en estudios de los investigadores que se insertan y viven el sujeto de estudio desde adentro, en forma participante ya que la razón es una cuestión de praxis, práctica, que está al servicio de la investigación, como el sentido común que nos permite conocer lo que vamos a estudiar, ya que de acuerdo a los seguidores de este método, la razón estaría al servicio de ideologías y modelos de dominación, y, de esta manera se estaría transformando la sociedad. Una dimensión esencialmente práctica (praxis), por la que no sólo se transforma la sociedad sino que también se constituye el hombre.

Y está el método Hermenéutico, que se refiere a la interpretación. No obstante, ya en los siglos XVI y XVII, además de una hermenéutica teológica, que interpreta los textos sagrados, aparecen distintas hermenéuticas: una hermenéutica profana, orientada a la interpretación de los textos clásicos latinos y griegos, una hermenéutica jurídica, y una hermenéutica histórica. Con Schleiermacher la hermenéutica empieza a cobrar plena relevancia filosófica, y comienza a aparecer como una teoría general de la interpretación y la comprensión. Los datos históricos y filológicos son sólo el punto de partida de la comprensión y de la interpretación, con ello se acerca al enfoque trascendental kantiano y opera un giro copernicano en la hermenéutica, que entenderá fundamentalmente como una reconstrucción de la génesis del texto, en la cual el intérprete o sujeto que interroga debe idenficarse con el autor. A su vez, la interpretación no se puede limitar al mero entendimiento de textos, sino que es la comprensión del todo. Esta versión subjetivista y psicologista de la hermenéutica. Para Dilthey, también los datos textuales, lo histórico y lo biográfico son previos al proceso de acercamiento a una realidad que se quiere comprender, y para comprender es necesario articular los datos en una unidad de sentido. De esta manera, la hermenéutica aparece como el método de las ciencias del espíritu, y es la contrafigura del método de la explicación propio de las ciencias de la naturaleza.

Con Heidegger la hermenéutica se relaciona directamente con la ontología de la existencia. La comprensión es entendida como una estructura fundamental del ser humano, es un existencial del Dasein. Así, la hermenéutica no es una forma particular de conocimiento, sino lo que hace posible cualquier forma de conocimiento. Esta identificación entre hermenéutica y ontología se hace patente en cuanto que se aborda la cuestión del sentido del ser a partir de la comprensión del ser del Dasein. El hombre, en cuanto abierto al ser, es el intérprete privilegiado del ser.

En una palabra, el Método Hermenéutico a las Ciencias de la Educación es su capacidad de mostrarnos otra forma de ver el mundo en el cual se desenvuelve el hombre como ser social. Las llamadas Ciencias del Espíritu que nos permiten estudiar al joven, al niño en el aula, en su entorno natural en el cual se desenvuelve, en sus más variadas manifestaciones, por lo cual el gran desafío para los que estamos en el mundo de la educación es realizar un gran esfuerzo intelectual parar llegar a comprender al estudiante en sus más amplias manifestaciones.


A fin de cuentas, les tocará a ustedes construir un discurso de investigación que trascienda, que produzca nuevo conocimiento y que se adecue al interés por investigar temas educativos desde el ámbito de la teoría y la práctica. La tarea es deconstruir ese pensamiento metodológico que vienen arrastrando desde la experiencia de la maestría o especialidad, y construir otra manera metódica de abordar los temas de interés investigativo, sin romper con la lógica de los hechos ni con el manejo adecuado de los conceptos, según el contexto en donde se desenvuelva. ¡Bienvenidos! Comienzan una ardua tarea que les traerá más satisfacciones que sin sabores. A trabajar amigos!!!